domingo, 17 de agosto de 2008

Rutina en pleno puente de agosto

Francisco J. Carrillo

Los barrios de San Antolín y San Andrés reflejan niveles de actividad impropios de un puente vacacional, menos todavía si este es durante la segunda quincena de agosto en Murcia. La mayoría de sus habitantes son inmigrantes que trabajan y hacen su día a día como en cualquier otro momento del año, lo que genera un microclima ajeno al resto de la ciudad

En pleno puente de agosto, las calles de Murcia están practicamente desiertas, y la mayoría de los pequeños y medianos comercios están cerrados. Este panorama se repite en casi todos los puntos de la ciudad, salvo excepciones; San Antolín y San Andrés son algunas de ellas.
Debido al alto porcentaje de inmigrantes que residen en las inmediaciones de la Estación de Autobuses, el día a día de San Antolín durante el mes de agosto no se diferencia mucho del resto del año, ya que este sector de la población, que en Murcia ronda entre el 10% y el 20% (según la fuente consultada), no suele poseer segundas residencias en pueblos o zonas playeras, ni habitúan a irse de vacaciones, mayoritariamente, por su situación económica.
De esta forma, tiendas de ultramarinos, de moda, peluquerías, bares y carnicerías, entre otras, realizan sus quehaceres diarios al margen de los puentes estivales, el calor, y de una ciudad que queda adormecida durante la segunda quincena de agosto.
Ratsis E. regenta una tienda de venta de ropa al por mayor en la calle Palomarico. Asegura que la crisis no le permite cerrar: "hay que abrir por si se vende algo", sentencia. No muy lejos, una compatriota suya llamada Laila Bemlahemaine regenta una tienda similar, pero también vende al por menor. Asegura que la mayoría de sus clientes son extranjeros, tanto inmigrantes como turistas, que vienen buscando hacer las compras que no consiguen realizar en el centro. Españoles, muy pocos: "deben de estar todos en la playa", bromea Laila.
Cruzando la calle García Alix, llegamos a la Plaza de San Ginés, donde se encuentra una amplia representación de la comunidad ecuatoriana. En la peluquería Tere´s su titular, Teresa Valencia, explica que el alquiler del local y la hipoteca la tienen "contra las cuerdas", lo que no le permite cerrar, ni siquiera en un puente de agosto. Aunque haya menos clientes de lo normal, Teresa está acostumbrada a trabajar en festivo, ya que es "cuando mi gente no trabaja y puede venir a arreglarse". Lo mismo ocurre en la carnicería de enfrente, regentada por la familia García, oriundos de Ecuador. Su clientela es de todos los puntos de latinoamérica, al igual que sus productos. Para esta familia también es normal trabajar más los festivos que los días de diario.
La otra cara de la moneda la ponen los nacidos en España que también tienen que trabajar durante elte puente. Josefa Cerezo, propietaria del kiosco de la calle del Pilar, abre todos los días, aunque lo único que venda son los periódicos. Pared con pared, se encuentra el negocio Patricio Bernabé, Fresas y golosinas, el cual asegura que la competencia "desleal" de los asiáticos no le permite cerrar. "El negocio va bien; solo va mal cuando está cerrado", bromea. Asegura que desde que la ciudad empezó a llenarse de los pequeñas tiendas de ultramarinos regentadas por gentes de origen chino, ha tenido que cerrar varias de sus tiendas, y despedir a varios de sus empleados. Bernabé se queja de que el Gobierno da un trato preferente a los chinos, a los que exime de pagar impuestos los tres primeros años, y que no vigila las irregularidades que cometen en la venta de alcohol y tabaco, tanto por vender a menores como por hacerlo fuera del horario permitido.

Publicado en el periódico El Faro de Murcia, página 5 del domingo 17 de agosto de 2008. Autor: Francisco J. Carrillo

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